España no respeta a sus motoristas...

02.07.2020

Hace unos meses, en la antigua normalidad, subía a la universidad en el casco antiguo de Toledo, en mi moto, como siempre. Iba a clase y llegaba tarde, como casi siempre. Suelo dejar la moto en la acera, creo que es lo más lógico y beneficioso para la ciudad, pero en la puerta de la universidad hay unas plazas de aparcamiento exclusivas para motos, de modo que la aparco ahí. Sin embargo, ese día no pude, porque una furgoneta enorme estaba cruzada a lo largo del aparcamiento de motos y lo ocupaba por completo. Al no sobrarme el tiempo para lanzar cruzadas contra el conductor de la furgoneta, dejé la moto en la acera, a escasos centímetros del parking de motos, donde no estorbara al paso de la gente, y me fui. Para el conductor de la furgoneta que aparcó donde no debía, seguramente no hubo consecuencias. Para mí, en cambio, hubo una multa por valor de 200€ en el manillar.

En Toledo está prohibido aparcar las motos en las aceras. Sin embargo, prácticamente todos lo hacemos y gracias a eso la ciudad no colapsa. Es decir, le hacemos ese favor al Ayuntamiento a pesar de que podemos pagarlo caro si al agente de turno se le cruza el cable.

Esta anécdota aislada es solo una de las muchas injusticias que la comunidad de motoristas de España sufrimos en silencio.

En economía, las externalidades (es decir, las consecuencias de nuestros actos para los demás) se pagan si son negativas y se bonifican si son positivas. Por ejemplo: Compro un paquete de tabaco. Es malo para mi salud, ocasionaré gasto sanitario al país y, por lo tanto, pago muchos impuestos por ello. Sin embargo si compro un coche eléctrico no pago impuesto de circulación, ni ticket de la ORA e incluso puedo recibir una subvención pública. Así funciona.

Siendo así, y siendo cierto que las motos son un elemento indispensable en las ciudades, sin el cual colapsaría el tráfico urbano cada día (aún más de lo que ya colapsa) y sin el cual se incrementaría desorbitadamente la contaminación, deberíamos ser los niños mimados de nuestros ayuntamientos, porque sin nosotros estarían absolutamente perdidos. Una prueba de ello es que dejen coger motos de 125cc con el carnet de coche: es una imprudencia que puede derivar en diversos accidentes, pero hay que incentivar que la gente vaya en moto como sea.

A pesar de todo lo anterior, no solo no somos los niños mimados de nadie, sino todo lo contrario. Cada día que salimos en moto lidiamos con cosas tan absurdas como guardarraíles asesinos, pintura deslizante inútil en la carretera, rejillas metálicas ilegales en las ciudades, o con normativas anti-contaminación en Madrid que tratan a las motos como si fueran coches... Y contra todo ello nos manifestamos una vez al año, en las grandes ciudades y sin demasiada repercusión.

¿Mi intención al escribir esto? Principalmente, desahogarme. Pero seguro que quien lo haya leído siendo motorista siente esta misma frustración y cree, como todos, que no puede hacer nada. Pero ¿y si dejásemos de creer eso?

Si mañana, en cualquier gran ciudad, todas las personas que van en moto sacan el coche o intentan coger el metro, el colapso está más que garantizado. En España hay suficientes motoristas y somos tan esenciales en las ciudades grandes como para convertirnos en un auténtico grupo de presión capaz de hacerse respetar.

Busca las manifestaciones que tengas cerca, ve a ellas, organízalas con tu club, compártelas en tus redes. Difundamos este mensaje, por nuestro propio bien.

No dudes en comentar lo que se te pase por la cabeza al leer esto.

Gracias por visitar el Garaje.

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